Antes de pequeña pensaba que el domingo era el fin de la semana, años más tarde descubrí con algo de asombro y desagrado -dicho sea de paso- que no, que se trata del inicio de la misma y me decidí a hacer un comienzo grato, generalmente es el día que hago "nada" y eso es lo fabuloso, porque esa "nada" está llena de mí, de mis gustos, de mis detalles hacia conmigo.
El domingo me genero esas conversaciones de tú a tú, de yo a yo, de la que soy con la he sido, y si hay tiempo me imagino la que espero ser.
Hay música, café, galletas, pan, una comida ligera, ejercicio y baile de salsa, a veces merengue y también bachata, canto como si mi voz fuera de soprano y la quisiera oír todo mi vecindario.
Luego leo, escribo, ya a eso de la noche me acuerdo de los deberes y lavo los platos.
Hago la tarea si aún no la he terminado y comienzo un poquito de lo que corresponde al lunes de mi trabajo, bueno, no, la verdad es que casi siempre termino un poquito de lo atrasado.
Porque quiero iniciar con buen ánimo y sin pendientes, conmigo, y con el trabajo.
Así siento que me rendirá mejor la semana y que el comienzo a ha sido a todo lujo.
En otras palabras, pero muy similar lo dice el siguiente poema. ¿Quién más se halla a sí los domingos? Seguro más de uno, yo sé que sí.
Y esos más de uno, pasen bellamente este día, saludos desde aquí.
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Esas mañanas de domingo,
en invierno,
a primera hora:
las calles recién regadas,
el aire fresco,
limpio,
el olor a cruasán de las cafeterías,
la locura
de los pájaros
Como si la vida
te dijese:
mira, aquí me tienes,
vuelve a intentarlo.
Autor: Karmelo Iribarren