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Estudiantes de Universidad desarrollando una actividad desde la Inteligencia Lúdica. |
Las visiones y
re-visiones sobre la interacción en el hecho educativo, me encaminan a postular
como afirmación que toda práctica educativa es una práctica social, donde se
brindan oportunidades para comprender que en lo comunitario se gesta lo
personal y lo moral de cada sujeto. Siendo éste el tejido de sistemas que nos
permiten la compleja integración del ser concibiéndose como humano.
Una raíz profunda del árbol de la docencia es el vínculo
que podemos establecer con los alumnos en sus modalidades de
dependencia- independencia, cooperación- autonomía, desempeño-competencia, los cuales surgen dentro de la
metodología de enseñanza que se construye en la socialización aúlica, haciendo
de la dinámica una pauta de crecimiento o retroceso en las habilidades psicoafectivas
de los estudiantes.
En esta arista, me permito abrir puertas de metapensamiento, a través de mi diálogo intrapersonal que
ahora les comparto; es fundamental conocer y re-conocer el desarrollo personal,
social y moral de los alumnos como un espacio de relación íntima al igual que
dialéctica que se suscita en cada uno de nosotros, estás interconexiones
colaboran en el fortalecimiento de cada área de vida, o bien, pueden ocasionar estereotipias que trunquen su desenvolvimiento integral.
¿Cómo podríamos mejorar esos espacios de desarrollo integral? El explorar esta pregunta me incita a querer establecer vínculos dialécticos en espiral a través del juego, de la Inteligencia Lúdica, proponiendo actividades que con una intención pedagógica estructurada desde la planeación didáctica, pueda contribuir a su desarrollo psicopersonal, a su apego pedagógico positivo, donde la cultura de pares, la identidad basada en el autoconcepto y la
autoestima, estimulen su creatividad, ingenio, talentos y les permita aprender desde la estrategia, el ensayo, el error y la propuesta de mejora así como crecimiento en pos de la autonomía intelectual.
Como última idea, creo en la necesidad
del juego como parte inherente de todo desarrollo humano, no lo centro sólo en niñez y adolescencia, pues el ser humano es ludus,
buscamos placer, satisfacción, bienestar, distensión en cada una de nuestras
etapas evolutivas de maneras creativas muy diversas.