Las palabras
se tejen entre emociones,
y pueden sanar,
y pueden herir.
Se nacen en el corazón
y cuando salen como ráfagas
de balas con tanta emoción
es porque proyectan
lo que se quería decir.
Las palabras
se vuelven amargas
y ecos que resuenan
como campanas
repiten lo dicho
porque buscan entenderse
vincularse y grabarse
en la mente y en la piel.
Las palabras lastiman
y duelen mucho
como golpes,
la ira guardada en ellas
es la que cala,
es la que a veces
de manera irónica nos calla.
Atentamente
Patricia Adriana