Pones amor en mis viejas heridas. Skarulupedagoga

 Papi, amor mío:

¿Sabrás la vida que me otorgas?

¿Sabrás la paz que me brindas?

Ese ser tuyo que se abraza al mío,

ese ser tuyo que orienta al mío.

Cuando la vida se eclipsa y me preocupo

por los perritos, por el futuro, 

por el COVID, por el tiempo,

y se me suman las melancolías,

y me pongo triste, seria, pensativa, 

o me vuelvo fría, egoísta, grosera

y soy cruel y digo, hago, lo feo

eso que tanto rechazo

Y me doy cuenta que estoy siendo no grata

cuando regalo inviernos en lugar de primaveras.

Y me descubro de todo ello cubierta 

y expuesta ante ti y tu mirada,

y regreso a mí, de tu mano, con tus besos

con tu cielo abierto que me recibe 

con paciencia y merecidos regaños

Porque me guías, porque me hablas

porque te juro que escucho y rezo mucho

por ser la mujer que demuestre en ti

su amor bonito, porque es tan cierto

que de todo lo que vivo

lo más seguro es lo que siento

y yo siento, siento que te amo mucho

Qué eres mi regalo de Dios, 

ese milagro de coincidir entre tanto

tiempo y espacio, ser un somos

ser un nosotros.

Gracias por acompañarme en la vida,

gracias por darme alegría y poner paz y amor

en tantas heridas que cuando llegaste yo ya tenía.

Y están cicatrizando entre tus brazos, 

con tus besos, con tus apapachos.

Dios nos bendice juntos.

Te amo profundamente, y me siento enamorada

justo ahora casi dos de la mañana,

y yo ocupaba decir que aunque me equivoco

quiero y pido una vida a tu lado

¿Sabrás que tu cuerpo es mi hogar?

Pues lo es, es mi refugio contra mi propio mal temporal.

Gracias siempre amor mío

por darme esa paz que llamas amor,

que llamo amor bonito, que llamo por tu apodo

Papito, papito mío.

Atentamente:

Patricia Adriana Hernández