Yo tuve un sueño, yo tuve una ilusión
Le puse ahorro por darle una denominación,
y le apellidé 40 dólares mensuales,
para decir así: BolíAdricasita
e incluir en mis fantasías,
dos cerditos, muchos pollitos
un jardín de flores llenito
un baño para no pegarme en el dedito,
una colcha de Franco para no sentir frío
y darle un gusto al amor mío.
Un sartén con teflón para hacer hot cakes para los dos,
un montón de chiles y salsas
para no olvidarme que mexicana soy.
Una cámara de fotos para tomarnos selfies de a montón,
en museos, cafés, pueblitos, ranchitos, bosques
y hasta cuando estuviera poniendo un lacito extra
para tender la ropa de uno o dos de nuestros críos
que serían latosos y corajudos,
gritones y mandones, dulces y amorosos
les enseñaría amar a mi Papi, como a nadie,
sería nuestro líder, nuestra cabeza y voz,
serían nuestros, para educarlos los dos.
Y tener una suegra linda, un buen suegro
un grandioso cuñado,
quizás hasta una concuña si se ponía listo el muchacho.
Eso era el saldo y el costo de los 40 dólares al mes,
que abonó mi enamorado corazón.
Atentamente:
Patricia Adriana Hernández.