A veces el tiempo, el espacio, los relojes del destino se detienen a la par de alguien más, y resulta que un instante es crucial para encontrar en ese momento un mundo de placer, de felicidad, y te encuentras a ti, en la otra persona, esa que está ahí sonriendo, escuchando, hablando, seduciendo sin decirlo, siendo amante de tu existencia, amante de tu presencia y surge la magia, la fantasía, el juego.
Hay bromas y se es feliz con una sonrisa con todos los dientes, y no se siente miedo de ser uno, de mostrar esa oscuridad porque ese otro te hace luz.
Y llega así, de pronto, sin pedirlo, sin ni siquiera rezarlo y Dios lo presente para ayudarte a seguir, y tiene todo lo que en ese segundo se ocupa, se requiere, se necesita y así, solo es una fracción de eternidad esa sensación plena de ser y estar, y ese aquí y ahora será un dulce amargo recuerdo después.
Llega con este sensación este texto, nos encontramos, como esos besos, que no se han negado, ni se han dado, ni se han pedido, ¿Se habrán soñado?