El respeto al derecho ajeno es la paz, es una frase de Benito Juárez y es completamente cierta. Uno debe aprender sobre los límites y algo fundamental: La prudencia, el buen decir.
Cada uno es como es, y así se es valioso.
Este texto me encanta porque nos recuerda justamente eso, ser respetuosos, prudentes y capaces de establecer una comunicación que dignifique a el otro.
¡Qué sea el mejor de los viernes para todas y todos!
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| Todos los créditos de la magen pertenecen al creador de la misma. Imagen tomada de Pinterest que lleva al link: https://www.shutterstock.com/es/image-vector/portrait-cute-curly-girl-768665347 |
-"Es gordita/o pero linda"
-"Para la edad que tiene esta bastante bien"
- " Estas más flaco que lindo"
-"¡Mira ese pantalón blanco! ¿Qué necesidad?
¿cómo no se pone algo negro? que le disimule un poco los kilos, no se..."
•¿Quién nos dijo que estamos habilitados a hablar del cuerpo del otro?
¿Quien nos dijo que no tenemos que vivir libres? Y peor aún, y que no tenemos que dejar vivir libre con su cuerpo a nadie más!
Y... seguramente fue la cultura y el mercado, el bendito consumismo. El que en cada publicidad de comida nos vende emociones, momentos. El que te quiere comprando cosas para engordar y comprando cosas para adelgazar.
¿Y sabes qué es lo más triste?
Que somos tan duros con los demás porque antes nos hemos aniquilado a nosotros mismos.
Que nada de lo que digan sobre tu cuerpo será más duro, más insensato y mas cruel que lo que vos ya te dijiste.
Y todo esto porque nos compramos tanto el modelo que nos vendió el mercado que nos miramos el cuerpo con desprecio, con bronca... y muchas veces ni nos damos cuenta.
Y resulta que mi cuerpo también soy yo,
que mi cuerpo es mi hogar.
Que no tengo que amarme a pesar de mi cuerpo, tengo que amar a este cuerpo que tengo.
Porque somos mucho más que un cuerpo, pero también somos eso.
Y este mundo hermoso,
pero que también tiene una porción cruel,
nos comio un poco la cabeza,
y nos vendió el libro de las verdades donde dice que es lo lindo y lo feo, lo querible, deseable y despreciable.
Y... ¿sabes qué es lo más triste?
Que es por eso que, muchas veces, no aceptamos a nuestro cuerpo como nuestro hogar.
Y si no lo acepto, no lo amo, difícilmente pueda cuidarlo como se merece, porque si no me amo no puedo cuidarme como me merezco.
Y es por eso que, muchas veces, no nos podemos habitar con amor.
Texto: Eugenia Pérez Fresero
