Mi cuerpo es mi hogar. Ma Eugenia Pérez Fresero

El respeto al derecho ajeno es la paz, es una frase de Benito Juárez y es completamente cierta. Uno debe aprender sobre los límites y algo fundamental: La prudencia, el buen decir. 
Cada uno es como es, y así se es valioso.
Este texto me encanta porque nos recuerda justamente eso, ser respetuosos, prudentes y capaces de establecer una comunicación que dignifique a el otro.
¡Qué sea el mejor de los viernes para todas y todos!

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-"Es gordita/o pero linda" 

-"Para la edad que tiene esta bastante bien"

- " Estas más flaco que lindo"

-"¡Mira ese pantalón blanco! ¿Qué necesidad?
¿cómo no se pone algo negro? que le disimule un poco los kilos, no se..."

•¿Quién nos dijo que estamos habilitados a hablar del cuerpo del otro?

¿Quien nos dijo que no tenemos que vivir libres? Y peor aún, y que no tenemos que dejar vivir libre con su cuerpo a nadie más!

Y... seguramente fue la cultura y el mercado, el bendito consumismo. El que en cada publicidad de comida nos vende emociones, momentos. El que te quiere comprando cosas para engordar y comprando cosas para adelgazar.

¿Y sabes qué es lo más triste? 

Que somos tan duros con los demás porque antes nos hemos aniquilado a nosotros mismos.

Que nada de lo que digan sobre tu cuerpo será más duro, más insensato y mas cruel que lo que vos ya te dijiste.

Y todo esto porque nos compramos tanto el modelo que nos vendió el mercado que nos miramos el cuerpo con desprecio, con bronca... y muchas veces ni nos damos cuenta.  

Y resulta que mi cuerpo también soy yo, 
que mi cuerpo es mi hogar.

Que no tengo que amarme a pesar de mi cuerpo, tengo que amar a este cuerpo que tengo.

Porque somos mucho más que un cuerpo, pero también somos eso.

Y este mundo hermoso, 
pero que también tiene una porción cruel,
nos comio un poco la cabeza, 
y nos vendió el libro de las verdades donde dice que es lo lindo y lo feo, lo querible, deseable y despreciable.

Y... ¿sabes qué es lo más triste? 

Que es por eso que, muchas veces, no aceptamos a nuestro cuerpo como nuestro hogar.

Y si no lo acepto, no lo amo, difícilmente pueda cuidarlo como se merece, porque si no me amo no puedo cuidarme como me merezco.

Y es por eso que, muchas veces, no nos podemos habitar con amor.

Texto: Eugenia Pérez Fresero