Llevo dos días con una penita que escurre entre mis dedos, me humedece los ojos, me late aquí adentrito. Todo en chiquito porque no explota, porque la tengo guardada, como un secreto triste, que me tiene a millas de mí.
Por eso escribí esto, porque tengo una herida por preguntar, porque hay palabras que me calan, que me rompen y me duele recordar.
Es ese tonto afán de ser la más, la mejor, la importante, el amor de su vida. Pero, no, y es válido, y está bien. Nada forzado debe ser.
La respuesta ha sido lo más útil para entender, para ver.
Trenzado esta mi cabello, porque esta pena la guardaré un par de días más. La iré soltando poco a poco, mientras las horas de la noche me ayudan a reflexionar como sanarme, como decidir. Todo es cuestión de esperar, de no forzar y sentir que ninguna pena debe derrumbar todo lo que en mí construí.
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Todos los derechos de la imagen le corresponden al creador de la misma. Imagen tomada de Pinterest que lleva al link: https://weheartit.com/articles/299328963-fall-fashion |
La grieta.
Hay una herida que está abierta
es una pequeña y punzante grieta,
por ahí se me ha ido colando
una tristeza lenta y perezosa
que se mezcló con mi sangre
atrapó mis pulmones
colapsó mis ideas y me hace pensar
y cada pensamiento suma
un dolor, una queja, un lamento.
Sobre aquello que no comprendo,
sobre todo eso que no sé si sea cierto
o sólo fue mi desvarío
ese inquieto duende que vive en mi mente
y me hace ver lo que no es.
Esa grieta habla en silencio
con mis lágrimas guardadas
lo mucho que padezco
la herida narcisa que tengo.
Autora: Patricia Adriana Hernández