Como Pedagoga y maestra por tantos años, que no suman días sino momentos, experiencias, maravillosos aprendizajes como persona, humana, mujer, confidente y compañera, me emociona celebrar y honrar mi docencia así como la de tantos colegas más que se entregan con total pasión a la ardua y diaria tarea de enseñar.
Yo creo fervientemente en la Pedagogía de la ternura, del afecto, aquella que dignifica al otro como humano, como ser.
Por ello, escribí este escrito en mi página de Facebook y ahora lo comparto aquí para dedicarlo con todo cariño a los que como yo somos docentes de hueso colorado y estamos al pie del cañón, desde un aula o desde una oficina como en este tiempo de vida me encuentro yo.
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Foto propia. Mis alumnos de Telesecundaria. |
La Pedagogía de la ternura, con una mirada que guarde los secretos de la bendita esperanza puesta en la Utopía que nos dice a todos lo que amamos la educación que enseñando, que aprendiendo tendremos una vida mejor: más humana, más cálida, más cercana. Dónde juntos como maestros, cómo alumnos estamos construyendo una sociedad ética y solidaria. Grande es ese anhelo, más grande aún la convicción. Se suman a mí mis colegas que admiro por no claudicar en el intento de aportar y hacer de este sueño un poco de realidad, aún en medio de esta contingencia sacando la casta y poniendo el corazón y el alma en cada acto didáctico de enseñanza. ¡Enhorabuena a todos y todas! ¡Seguimos!
Autora: Patricia Adriana Hernández
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