El milagro de estar vivo. Lucrecia Astronauta

En estos momentos, las emociones de muchos, de casi todos, se han alterado de su órbita natural. Es una cuestión que debía suceder, estamos viviendo hechos inéditos, cuestiones originales, fenómenos sin precedentes. Eso puede ser un motivante de estrés, de ansiedad, de pánico, de miedo, de incertidumbre y sensaciones que derivan en emociones que no sabemos, en muchos de los casos manejar, tratar, curar.
El escrito que les comparto da norte, orienta sobre esas emociones que podemos sentir, pero debemos dejar que se vayan, que sigan fluyendo como río hacia el mar, y no dejar que el agua se estanque, con pensamientos y sentimientos fatalistas que puedan mermar nuestra salud física, emocional y psíquica. Hay que nutrirnos espiritualmente. Yo lo veo así, yo hago eso y por ello se los recomiendo.
Abrazar la esperanza, la meditación, la oración, la conversación interna, el diálogo con la naturaleza, con los astros, con el universo.
Amar la vida, amar la humanidad, amarse uno mismo, amar a Dios a través de la experiencia que nos dejará si lo queremos ver así aprendizajes sobre la bondad, la fe y la voluntad de volver a empezar desde raíz.
Les dejo entonces, que lean el poema, es hermoso.
Dios nos bendiga a todos y todas.



Ilustración vía Etsy de Nan Lawson
Tomada de la página de Facebook: Mujer semilla


Hay un enojo que me habla a través del intestino,  a veces se siente irritado, a veces con el fuego encendido.
Hay una amarga tristeza que se quedó guardada en mi maravilloso hígado, si voy despacio a sanarla sentiré alivio.
Hay un rechazo impregnado en mi corazón y en mi sangre. Si me abrazo fuerte y me apruebo comenzará a cicatrizarse.
Mi inhalación a veces me avisa que aún no profundizo en mi respiro, me cuesta soltar el aire que inhalo porque mi inconsciente se conecta con la escasez y el olvido.
A veces me siento contenida, y siento que mis órganos se contraen.
Mi respiración es agitada y así comienza la ansiedad.
Desconfío y me desconecto, siento miedo y vacío.
Recuerdo que solo respirando lento y exhalando ligero es que me conecto de nuevo. Me acuesto y suelto mi cuerpo, pongo atención a mis recuerdos.
La conexión con mi espíritu me alumbra y me recuerda el desafío.
Solo el amor me cura y me ayuda a sanar esas heridas. Cuando siento que sangran las desmenuzo y las analizo.
Detrás de todo ese miedo hay un solo destino. Descubrir el amor que alguna vez creí perdido.
Darme cuenta que ya soy todo y no necesito llenar vacíos.
Que la única misión en esta vida es recordar el milagro de estar vivo.
Autora: Lucrecia Astronauta