Hoy hice una carta para mi cómplice de amor, mi compañero de equipo, mi amor de amores.
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Quisiera decirte tantas palabras, hablar desde el fondo de mi corazón y que mi voz fuese la de mi alma, la de mente que siempre te tiene presente.
Quisiera darme a entender y no enredar más las cosas, como un ovillo de estambre que empezó pequeño y ahora da vueltas y vueltas, gira, gira y gira en ondas que solo redundan en circuitos de contratiempos. Me sobran argumentos para pedir perdón, para que entiendas que no fue mi intención pero, ¿acaso uno sabe actuar siempre asertivamente?
Es mi deseo que yo sea para ti una compañera de amor y en amores, una mujer que evoques y sonrías, un dulce placer de ternura y así mismo envolver de pasión tu vida. Ser por mucho bienestar, paz y tranquilidad, ese lugar en el que te puedas hallar, quiero que sientas conmigo que eres único, increíble e irrepetible.
Trato de darte un lugar valioso en mi mundo, Dios sabe cuanto bendigo tu vida y celebro tu existencia, eres la alegría de mi corazón.
Y aún así, no pude evitar actuar infantil, no di el suficiente respeto ni fui congruente entre mi sentir, pensar y actuar. Duele reconocerlo, duele porque recuerdo que estás molesto y que quizás -como dijiste- también tú tienes que pensar.
Entiendo, que esta relación no es la típica, pero he sido tan feliz, he recibido de ti un amor bonito, una aventura cada día, una historia cada noche y caricias entre besos que me cubrieron la piel, el alma y me llenaron de vida los sueños, los anhelos y me llevaste al cielo hecha de tanta luz, luciérnaga en tu habitación.
Por ello, que me has dado, sinceramente te agradezco porque todo ese amor esta unido a mí y me lo llevo a donde quiera que voy. Deseo que también tú sientas ese amor que te he brindado, ese querer que he procurado en ti y para ti.
Nadie ha sido lo que tú en mí, nadie me ha podido, como me puedes tú. Eres mis tantas primeras veces y yo quise y quiero que cuando me pienses siempre tengas presente que te quise y te quiero con cada poro de mi piel, con cada gota de mi sangre, en todo lo que hablo, miro, pienso, siento, degusto y huelo. Soy tan de ti, que si te vas cariño mío, vivirás mucho tiempo más en mí.
Por ahora, contengo estás palabras aquí, porque no sé como decirtelas, no sé si sea prudente o si las quieras oír. Mejor me quedo quieta y espero a tu voz, preparada para dejarte ir aunque sepa yo y tú, que no puedo, no sé estar sin ti.
Autora: Patricia Adriana Hernández