Mujer, ya no maternes. Lu Vitep

Les comparto un escrito fabuloso, que es una reflexión sobre nuestra esencia femenina y la forma en que maternamos.
Me resulta muy interesante, espero les agrade. La ubicación del mismo está en la página de Facebook: Mamá Feminista y la autora es: Lu Vitep

Hidatsa Mother carrying her small child on her back,photo taken in 1909.
Todos los derechos de la imagen le corresponden al creador de la misma.
Imagen tomada de Pinterest que lleva al link:
http://old-picture.com/?reqp=1&reqr=nzcdYzA2LJqlMKWzMl5jLabhrzf=

Les dejo el texto:

MUJER, YA NO MATERNES.
Y no me refiero a que no tengas hijos si así lo deseas, o a no cuidar de ellos. Me refiero a maternar como el acto de responsabilizarte, de cuidar, mimar y proteger todo, y a todos, los que te rodean. Me refiero a poner todo, y a todos, antes que a ti. Me refiero a todo lo que maternaste desde el día en el que te regalaron ese primer bebé de juguete, no sabías ni lo que significaba ser madre. Sólo imitaste todo aquello que las figuras que te cuidaban hacían contigo a esa edad. Lo arrullaste, le diste de comer, le cantaste y lo cuidaste, eso nos enseñaron que debíamos hacer, sólo a nosotras.
Empezamos maternando un pedazo de plástico y de ahí en adelante maternamos todo lo que encontramos a nuestro paso.
Creciste y cuando tuviste un hermano, lo maternaste; en tus primeros trabajos en equipo, maternaste, y cuidado no lo hicieras y decidieras entregar un trabajo sola, porque entonces eres mala, no compartiste el resultado de tu dedicación con los demás.
Más tarde, maternaste a todos tus novios, cuidando de no herirlos; de no irte sin haber intentado hasta lo más absurdo con tal de permanecer. Maternaste a aquel chico que sólo jugó contigo, resistiendo hasta el peor desaire sin responder como debías, porque eso es “violento” y no es bien visto en ninguna mujer, “nosotras somos las dulces, las que cuidan, las que acogen hasta al más terrible; las que con suficiente amor y empeño hasta podemos cambiarlos… reeducarlos…” o dicho de un modo más honesto, también a ellos “debemos” maternarlos.
Maternas en tu casa cuando recoges el calcetín de tu pareja para mantener limpio el espacio que también a él le corresponde. Limpias la casa donde también vive tu hijo adolescente, cuidando del que también es su hogar como si siguiera dentro de tu útero. Maternas hasta el cansancio, y después de ello sigues maternando.
Maternas a tus padres. Maternas en la calle, a cualquier persona que consideres que lo necesita. Maternaste al desconocido que se acerca a preguntarte tu nombre y aunque no querías le respondiste, porque crees que es tu responsabilidad “no hacer que se sienta mal”.
Maternas a tu acosador considerando hasta los daños que le traería una denuncia pública. Maternas cuidando decir lo que quieres decir con delicadeza para no herir susceptibilidades.
Maternas a quien se deje, te lo pida o no, y lo haces porque así te entrenaron, porque, en un sistema como el nuestro, maternar es esclavizarse “por convicción”.
Autora: Lu Vitep.